Abril 2013.
La primera buceada la hemos
realizado por la zona de poniente ya que el levante azotaba el Mediterráneo con
unos 20 km/h. Cuando se da esta situación la zona de poniente está calmada y el
océano parece un plato. Todos estamos sedientos de mar, hace ya varios meses
que no tocamos el agua por las condiciones meteorológicas que se han dado. Es
cierto que el submarinismo se puede practicar todo el año si cuentas con un
equipo adecuado a temperaturas más frías. Pero se ve limitado cuando hay
temporal. Comenzamos a preparar el equipo y nos vestimos. Cada persona siempre
trabaja ayudando al otro. Hacemos el control pre-inmersión revisando todo antes
de entrar al agua: Chaleco, plomos, tiras, aire y ok final. Tras varios meses entramos al agua y volvemos
a sentir todo aquello por lo cual volvemos de nuevo.
Al entrar en el agua el cuerpo se relaja, deja
de sentir peso y el calor que tenías desaparece y el agua que entra en el
neopreno te refresca. Comenzamos a nadar con nuestro tubo de snorkel hasta la
zona donde vamos a realizar el descenso. Llegados al punto realizamos los cinco
puntos del descenso: hacemos la señal de que estamos preparados para descender;
nos orientamos en superficie tomando puntos de referencia; cambiamos el tubo
por el regulador; controlamos el tiempo y deshinchamos el chaleco lentamente.
Conforme comenzamos a hundirnos vamos compensando los oídos. Al llegar abajo
establecemos flotabilidad neutra y comenzamos a vivir una sensación difícil de
describir con palabras.
Es cierto que durante las primeras
inmersiones estás más asustado, aún no controlas muy bien tu equipo y este
desconcierto no te hace disfrutar al máximo de tus inmersiones. Pero no te
preocupes tu compañero estará ahí para ayudarte y sólo es cuestión de tiempo el
controlarlo. Será a partir de ahí cuando tus inmersiones serán más tranquilas y
te permitirán detenerte y ver lo que te rodea.
Comienzas a sentir la
flotabilidad como algo divertido y agradable. Esa sensación de ingravidez
convierte a tu cuerpo en un objeto que se mantiene en suspensión en el agua.
Todo se debe al Principio de Arquímedes por el cual la situación en la que las
fuerzas son equivalentes (la masa del buzo es igual a la masa del agua que
desplaza) la flotabilidad se considera neutra.
Y claro si a esta sensación corporal le añades
un mundo desconocido, silencioso y lleno de vida. Todo se multiplica.
La vida acuática es inmensa no
sólo en fauna sino también en flora. Las plantas dominan el fondo marino con
sus colores. Rosas, rojos, lilas, verdes, naranjas…todo un mundo de color
delante de tus ojos.
coral estrellado.
Avanzamos hacia una zona rocosa.
Si miras hacia arriba ves un acantilado bajo el agua. A veces nos situamos por
debajo de ciertas rocas que nos cubren como si de un paraguas se tratase. Rocas
cubiertas de coral estrellado, toda una pared naranja con algún que otro
nudibranquio paseándose entre ellas. Cuando llegamos al sendero de los
Borriquetes comenzaron a llegar algunas chovas de buen tamaño…comenzaron a
llegar de todas las direcciones…y de pronto nos vimos envueltos en una cacería.
Bancos de peces de distintos tamaños nadaban a nuestro alrededor a una
velocidad de vértigo. Cientos de chovas cazaban sin contemplaciones a todo pez
que se pusiera por delante. Todos nos quedamos atónitos al ver semejante
espectáculo. Recuerdo el color plateado brillante de las chovas, es un pez
precioso. Durante el tiempo que duró todos compartíamos con nuestros gestos el
asombro por la situación que estábamos viviendo. Pasados unos minutos empezaron
a desaparecer y de pronto casi solos porque allí estaban una morena enorme y
dos mantas que aprovecharon el momento para alimentarse.
La morena era completamente negra
y una linea amarilla le atravesaba todo el cuerpo. Su cara mostraba agresividad
y su boca abierta me mantenía alejada de ella. Las mantas eran bastante grandes
podrían medir unos 50 cm de ancho. Me recreé al mirarla como nadaba por
debajo de mí, maravillosamente elegante en sus movimientos. Comenzamos a
atravesar aquellas dos grandes rocas bajo el agua y sentimos que las corrientes
eran más fuertes en aquella zona. Llegados a este momento lo mejor es agarrarse
a alguna roca y aprovechar el impulso de la corriente para avanzar. Sin
dificultad salimos de allí y reemprendimos la vuelta atrás. Seguimos
disfrutando del momento como si el camino de vuelta no lo hubiésemos visto
nunca. Es lo mágico del buceo. Mil veces visto, mil veces distinto. Si es
verdad que hay peces muy territoriales pero la mayoría se mueven por doquier.
Al salir, las caras de todos mostraban felicidad y comenzamos a relatar nuestro
asombro por lo vivido durante la inmersión.
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